El 10 de octubre de 2009, en el Teatre Auditori de Granollers, ante 700 personas, entre ellas muchas personalidades políticas, público y personas tartamudas venidas de toda España, se representó la obra "Vidas Melódicas" del gran dramaturgo y director de teatro Bertus Compañó y promovida por la Fundación Española de la Tartamudez. Retrata la vida de un señor mayor tartamudo. Comienza diciendo a su nieto, también tartamudo, que nunca llegará a ser nada en la vida a causa de su tartamudez. Continúa con varias escenas duras de su vida, como cuando los niños y la maestra se reían de él en la escuela, o cuando era despreciado en entrevistas de trabajo. Casi al final de la obra, hay una escena del futuro: un presidente del gobierno, tartamudo, dando su discurso. Se trataba del nieto, ya mayor, que a pesar de su tartamudez, pudo superar las barreras y llegó a "ser algo" grande, en contra de lo que había predicho su abuelo.
Yo,
Juan Miguel Lorente González, era el presidente del gobierno, allí
delante de 700 personas. El texto original del guión lo adapté a mi
propio discurso. Por eso puedo decir que aquel discurso era mi
discurso.
Aquél
día fue mi punto de inflexión. Descubrí que podía hablar en
público y que me gustaba. Y quise repetir. Poco después me atreví
a dar conferencias y cursos, y continúo.
Este
es el texto del discurso:
PRESIDENTE-
(Como si estuviera a mitad de su discurso)
Crisis,
siempre hablamos de crisis: económica, industrial, personal, sexual,
sentimental… ¿Y qué pasa con nuestra frágil comunicación, que
resbala como agua entre las manos?
Atiborrados
de comunicados y de información inyectada por las venas. Pero
palabras vacías, secas… Porque los comunicados son simple
palabrería. Llenos de promesas rotas, priorizando un aumento de
metal en los bolsillos, a necesidades vitales.
Porque
tenemos la obligación de escuchar al otro, aunque este otro sólo
emita murmullos, susurros marcados con escarpa a los oyentes. ¿No
es, acaso, la palabra, una expresión de nuestro pensamiento, de
nuestro sentimiento, de nuestro yo? La palabra es un único yo
proyectado en una sociedad agotada. Yo puedo.
Doy un
grito en pro de la palabra y doy un salve en pro de la palabra y me
rebelo en pro de la palabra, porque mi palabra no tiene que ser mi
trinchera, sino mi salvación, mi comunicación, mi lucha, mi
libertad.
¿Quién
nos sana del miedo, quién nos lo extirpa? Todos tenemos miedo, el
secreto es que no paralice, que te empuje hacia la palabra; palabras
sin crisis, sin mutilar, aunque, en el último momento, mi garganta
decida cortarla: sigue siendo palabra, porque la oigo en mi voz y en
vuestras reacciones. No quiero que la sociedad enmudezca más mi
palabra, sino que la respete y la entienda. ¿Entendéis?
Tenemos
que abandonar el mal hábito de someternos al dolor por el pasado y a
la ansiedad por el futuro. Hacer del ahora un algo perdurable, con
nuestros gestos, nuestros ojos maestros, nuestra palabra… Dejar de
atrincherarnos detrás de máscaras, miedos y mentiras. Romper
nuestras cadenas y recuperar nuestra humanidad perdida.
Y para
recuperar nuestra humanidad perdida, tenemos que nacer de nuevo,
libres, libres de culpa, de vergüenza, de frustración, de soledad y
de miedo.
Hoy es el
día que nacemos de nuevo, hoy es el día que empezamos a caminar por
la vida con el pecho abierto y con dignidad, hoy es el día que
comienza la transformación de la sociedad, por fin, en una sociedad
de personas verdaderamente libres. Y humanas.
Que la
sociedad, que todos vosotros y todas vosotras sepáis que vuestro
nuevo presidente del gobierno es tartamudo; tartamudo de corazón,
cabeza y lengua.
¡¡¡¡Que
ninguna persona tartamuda vuelva nunca a atormentarse con la ficción
del “tengo miedo” o “qué pensarán de mi” o “no valgo” o
“no puedo”!!!!!
Gracias.
En aquel
momento todo el teatro, las 700 personas se levantaron de sus
asientos y aplaudieron muy fuerte durante un tiempo que me pareció
eterno. Oí muchos “bravo”. Lo había hecho muy bien. En las
horas siguientes me quedé callado, estaba asombrado, quieto, no me
lo creía. A los dos días comencé a llorar, de nostalgia, quería
repetir…
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