viernes, 24 de enero de 2014

UN FUTURO PRESIDENTE DEL GOBIERNO, TARTAMUDO





El 10 de octubre de 2009, en el Teatre Auditori de Granollers, ante 700 personas, entre ellas muchas personalidades políticas, público y personas tartamudas venidas de toda España, se representó la obra "Vidas Melódicas" del gran dramaturgo y director de teatro Bertus Compañó y promovida por la Fundación Española de la Tartamudez. Retrata la vida de un señor mayor tartamudo. Comienza diciendo a su nieto, también tartamudo, que nunca llegará a ser nada en la vida a causa de su tartamudez. Continúa con varias escenas duras de su vida, como cuando los niños y la maestra se reían de él en la escuela, o cuando era despreciado en entrevistas de trabajo. Casi al final de la obra, hay una escena del futuro: un presidente del gobierno, tartamudo, dando su discurso. Se trataba del nieto, ya mayor, que a pesar de su tartamudez, pudo superar las barreras y llegó a "ser algo" grande, en contra de lo que había predicho su abuelo.



Yo, Juan Miguel Lorente González, era el presidente del gobierno, allí delante de 700 personas. El texto original del guión lo adapté a mi propio discurso. Por eso puedo decir que aquel discurso era mi discurso.

Aquél día fue mi punto de inflexión. Descubrí que podía hablar en público y que me gustaba. Y quise repetir. Poco después me atreví a dar conferencias y cursos, y continúo.


Este es el texto del discurso:


PRESIDENTE- (Como si estuviera a mitad de su discurso)

Crisis, siempre hablamos de crisis: económica, industrial, personal, sexual, sentimental… ¿Y qué pasa con nuestra frágil comunicación, que resbala como agua entre las manos?


Atiborrados de comunicados y de información inyectada por las venas. Pero palabras vacías, secas… Porque los comunicados son simple palabrería. Llenos de promesas rotas, priorizando un aumento de metal en los bolsillos, a necesidades vitales.


Porque tenemos la obligación de escuchar al otro, aunque este otro sólo emita murmullos, susurros marcados con escarpa a los oyentes. ¿No es, acaso, la palabra, una expresión de nuestro pensamiento, de nuestro sentimiento, de nuestro yo? La palabra es un único yo proyectado en una sociedad agotada. Yo puedo.


Doy un grito en pro de la palabra y doy un salve en pro de la palabra y me rebelo en pro de la palabra, porque mi palabra no tiene que ser mi trinchera, sino mi salvación, mi comunicación, mi lucha, mi libertad.

¿Quién nos sana del miedo, quién nos lo extirpa? Todos tenemos miedo, el secreto es que no paralice, que te empuje hacia la palabra; palabras sin crisis, sin mutilar, aunque, en el último momento, mi garganta decida cortarla: sigue siendo palabra, porque la oigo en mi voz y en vuestras reacciones. No quiero que la sociedad enmudezca más mi palabra, sino que la respete y la entienda. ¿Entendéis?


Tenemos que abandonar el mal hábito de someternos al dolor por el pasado y a la ansiedad por el futuro. Hacer del ahora un algo perdurable, con nuestros gestos, nuestros ojos maestros, nuestra palabra… Dejar de atrincherarnos detrás de máscaras, miedos y mentiras. Romper nuestras cadenas y recuperar nuestra humanidad perdida.


Y para recuperar nuestra humanidad perdida, tenemos que nacer de nuevo, libres, libres de culpa, de vergüenza, de frustración, de soledad y de miedo.

Hoy es el día que nacemos de nuevo, hoy es el día que empezamos a caminar por la vida con el pecho abierto y con dignidad, hoy es el día que comienza la transformación de la sociedad, por fin, en una sociedad de personas verdaderamente libres. Y humanas.


Que la sociedad, que todos vosotros y todas vosotras sepáis que vuestro nuevo presidente del gobierno es tartamudo; tartamudo de corazón, cabeza y lengua.


¡¡¡¡Que ninguna persona tartamuda vuelva nunca a atormentarse con la ficción del “tengo miedo” o “qué pensarán de mi” o “no valgo” o “no puedo”!!!!!


Gracias.


En aquel momento todo el teatro, las 700 personas se levantaron de sus asientos y aplaudieron muy fuerte durante un tiempo que me pareció eterno. Oí muchos “bravo”. Lo había hecho muy bien. En las horas siguientes me quedé callado, estaba asombrado, quieto, no me lo creía. A los dos días comencé a llorar, de nostalgia, quería repetir…


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