jueves, 23 de enero de 2014

HABLAR EN PÚBLICO Y LIBERTAD



Si cuando hablas en público te pasa algo de lo siguiente:



te pones rojo, bajas la mirada, notas como tu cara se calienta, sudas, tiemblas, balbuceas, sientes angustia y un gran malestar en la garganta, la mente se queda en blanco, te olvidas de lo que tenías que decir, no te puedes concentrar, tienes miedo, te duele el vientre, tu corazón late más frenéticamente a medida que tu turno de palabra se acerca más y más, te mareas, no has podido dormir bien las últimas noches, sientes vergüenza, sientes que estás haciendo el ridículo más espantoso, que te quieres ir,


te dices “no puedo”, “he perdido la batalla”, “soy un inútil”, “aquél me mira mal”, “qué pensarán de mi”, “qué mal que lo estoy haciendo”, “nunca saldré de esta”, “no vale la pena”, “mi opinión no es importante”, “no valgo”, “lanzo la toalla” o “me quiero morir”…


Una situación de habla en público es un "medidor" estupendo de la libertad de la persona. Quien se cree libre…,  que se ponga delante de una audiencia para hablar, y observe qué le pasa. Si le tiemblan las manos y la voz, si un nudo se retuerce en su estómago, si se le queda la mente en blanco, si se le cruzan pensamientos del tipo "me quiero ir de aquí", "yo no valgo para esto", "me miran mal"..., entonces ya no es tan libre como pensaba.

El hablar en público con confianza y soltura es el indicador que mejor muestra la libertad del ser humano.


¿Te gustaría disfrutar de tus palabras? ¿Qué hay debajo de tus máscaras? ¿Quieres probar cómo se habla sin máscaras?

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