domingo, 1 de noviembre de 2015

Caballos

A propósito de la próxima edición del curso con caballos de ATCAT que se celebrará a final de noviembre 2015, reproduzco mi artículo "No le puedes mentir a un caballo" (http://creandoconlatartamudez.blogspot.com.es/2013/10/no-le-puedes-mentir-un-caballo.html).
También remito a otro artículo que escribí en mi otro blog en el que trata de la base de la confianza (El encuentro de Ibn Arabi con un rebaño de onagros):
http://eleremitadeigualada.blogspot.com.es/2015/04/el-encuentro-de-ibn-arabi-con-un-rebano.html 

NO LE PUEDES MENTIR A UN CABALLO

¿Qué significa ser auténtico?

El ser humano corriente se podría representar como algo encerrado en una cajita, que él mismo construyó de niño pero que olvidó cómo la construyó y de qué material se compone.
Y que dentro de la cajita vive y va haciendo sus cosas, las que puede hacer, claro.
Sin embargo, a pesar de su cortedad de miras a causa de los límites de la cajita, el ser humano sueña, a veces a lo grande. Y a veces se pone a trabajar para conseguir esos sueños grandes, busca recursos, maneras, establece planes de acción, y muchas veces todo falla, no sabe por qué. Quizás ha puesto sus ojos a lo lejos, solamente, y no se ha fijado en lo que tiene más cerca. No se ha fijado que vive encerrado en una cajita, y por más que sueñe con salir, no puede.
¿Por qué no puede? 
Porque la cajita está  hecha con tus limitaciones. Las tuyas, las que creaste de niño, de niña, sin querer, fruto de los mandatos parentales, de la escuela, de la calle, de tu cultura. Como cantaba Serrat: "niño, eso no se dice, eso no se hace, eso no se toca". Que en algunos casos ayudan a vivir felizmente, y en otros casos te reprimen y te hacen creer que eres pequeñito, que no das la talla, que no eres lo suficientemente bueno, que ciertas cosas no las puedes ni soñar. Y eso te lo creíste con toda tu alma, por miedo a perder el amor de tus padres, por miedo a quedarte solo, por miedo a defraudar a alguien.

Aunque el caballo es un animal muy grande, 400 kilos, realmente es como un niño pequeño, porque no juzga y transmite la energía sagrada que muchos de nosotros ha perdido en gran parte. El caballo es un espejo de ti cuando te acercas a él. Si tienes miedo, él lo tendrá de ti: te verá como el depredador que eres.  Si te presentas a él con una de tus máscaras, aparentando algo que no eres, el caballo te delatará: no eres coherente, escondes algo, no querrá saber nada de ti. En cambio, si tienes confianza, él la tendrá en ti: te verá como un líder natural, como un alfa.

Puedes llegar como un adulto que se siente pequeñito, y después de una sesión con caballos, puedes salir como un adulto que se ha vuelto grande. Porque la cuestión es hacer más grande tu cajita. ¿Ponemos ahora nombres y apellidos a los componentes de tu cajita?
No escucho, tengo miedo, no valgo, me siento inseguro, no comunico bien, todos pueden conmigo, no me hago valer, me distraigo, no doy la talla, no soy lo suficientemente bueno, he de hacer lo correcto para que me sigan queriendo, ¿Qué será de mi?, generalizo, distorsiono mi percepción de la realidad, mis opiniones las convierto en verdades universales, me descontrolo, etc.

¿Qué te emociona? ¿Qué te llena? ¿Qué te empuja a vivir? ¿Cuál es el sentido de tu vida?
El caballo te ayudará a responder. Cuando lo hagas serás libre, como él, y caerán muchos velos. Habrás hecho grande tu propia cajita, serás auténtico. El caballo es tu espejo.
No le puedes mentir a un caballo.
Es el principio del camino para dejar de mentirte a ti mismo.
Amor, fe, energía, autenticidad, humildad.

lunes, 27 de julio de 2015

La base segura


El pediatra Carlos González en su libro “Bésame mucho” nos muestra cómo se empieza a construir la confianza de una persona. Pone como ejemplo a una niña de dos años que juega en el parque. Su madre está sentada en un banco y la niña juega en la tierra. La niña se sienta, se levanta, recoge alguna cosa del suelo, se va hacia los columpios, vuelve, se dirige hacia las flores, vuelve…

Todos estos movimientos tienen una cosa en común: su madre es siempre el origen y el final. La pequeña se aleja lentamente, por etapas, parándose aquí y allá para investigar algo interesante. Cuando llega a cierta distancia, decide iniciar el camino de vuelta, que suele ser más rápido. Esta distancia de seguridad en que la criatura se para y se vuelve aumenta con la edad y varía según diversos factores, como por ejemplo, si se encuentra en un lugar conocido o desconocido, si hay cerca otras personas o animales, si hay obstáculos que le impidan tener contacto visual con la madre, etc. También depende del carácter más o menos atrevido del niño o la niña. Cuando está cerca de la madre, al principio las etapas suelen ser más largas y las pausas, cortas, pero a medida que se aleja, las etapas tienden a hacerse más cortas y las pausas, más frecuentes y prolongadas. Y al contrario, cuando decide volver, suele comenzar a buen ritmo, y solo cuando ya está cerca de la madre, comienza a “roncear”. A veces la excursión acaba en los brazos de la madre o tocándola, y otras veces a cierta distancia. Pasado un rato, la niña empieza una nueva exploración.

Según Bolwlby, J. en su libro “A secure base” (Una base segura), la madre es la “base segura” para la conducta de exploración de los niños, que compara con el avance de una patrulla de reconocimiento en territorio enemigo. Mientras se mantengan en contacto con la base y vean posible retirarse en caso de peligro, podrán avanzar con seguridad. En cambio,

si el contacto se pierde, la base es destruida o la retirada está bloqueada, la patrulla se desmoraliza y sus miembros dejan de ser valientes exploradores para convertirse en unos extraviados atemorizados.



Comentario: la base de la confianza y la autosuficiencia en la vida de una persona adulta tiene mucho que ver con haberse sentido seguro con la madre, y también con el padre, pero sobre todo con la madre. Para un niño, saber que la madre está ahí siempre apoyándolo para todo lo que necesite genera confianza en su valía. Lo contrario es lanzar al niño y al futuro adulto al mar de la soledad y a la falta de confianza, y en casos extremos a dar tumbos por la vida. Por desgracia, muchas personas padecen de esto.

Y en otros casos, aunque el niño se haya sentido querido y cuidado por sus padres, una separación de semanas o meses puede afectar mucho a la confianza del niño. Al sentirse separado de la madre, el niño se siente solo y falto de esa “base segura”. En el caso de muchas personas tartamudas, por aquí comenzó su historia, por ejemplo, John Harrison cuenta en su libro "El hexágono de la tartamudez" que empezó a repetir sílabas cuando su madre y su abuela se fueron tres semanas de vacaciones a Europa, y sospecho que también fue lo que me pasó a mi cuando mi madre estuvo varios meses en el hospital y yo con cuatro años.

viernes, 3 de abril de 2015

Nada que demostrar

Después de un casi un año de parón sin escribir nada, recojo un texto fundamental del gran libro de mi colega Luis Miguel Mourareu Torres "El gran viaje de la tartamudez a las estrellas":

"De la misma manera que no necesitas de una "media naranja" para ser feliz (pues te recuerdo que naciste completo y no como una mitad), tampoco necesitas alcanzar tal o cual logro para sentirte un ser capaz. No has venido a esta vida a demostrar nada a nadie, ni siquiera a ti mismo. Has llegado a este mundo para vivir. Sí, vivir. Y tu vida está hecha para vivirla en plenitud y con felicidad. Y, en contra de lo que hayas podido oír hasta ahora, tu felicidad ni es una meta, ni tampoco un camino. Tu felicidad, eres tú. Luego, a tu alrededor, giran un cúmulo  de situaciones, circunstancias y personas que son "anexos" que tú, y sólo tú, atraes a tu vida. Pero son eso: anexos, añadidos. No debes permitir que sean  la razón de tu felicidad.  Si lo haces te condenarás a depender de ellos. Y cuando no estén presentes en tu vida (ya sabes que nada es para siempre), sentirás que "no puedes" avanzar."

(Mourareu Torres, L.M.,  El gran viaje de la tartamudez a las estrellas, Ediciones Marré, Barcelona, 2014).