INTRODUCCIÓN
A LA NEURO-SEMÁNTICA DE LA TARTAMUDEZ (parte 6)
Retomemos
el gran ejemplo de resiliencia que nos da el bebé que está
aprendiendo a caminar: se levanta por primera vez, se cae, se
levanta, se vuelve a caer, se vuelve a levantar, hasta que puede
caminar sin caerse y correr, hasta que se cae de nuevo, y se vuelve a
levantar. Y esto sin parar de reír.
Todos
los padres y madres apoyan con amor a su niño para que lo siga
intentando, para que se supere y llegue a caminar y correr. Le dan la
mano, los acompañan en sus primeros pasos, hasta que pueden caminar
por sí solos.
La
resiliencia es la habilidad innata del ser humano para levantarse
después de una caída. Es innata tal como demuestran los bebés con
su afán de superación. Y también se puede continuar desarrollando
a lo largo de la vida.
Viktor
Frankl, Anna Frank, la Cenicienta, Harry Potter, Nelson Mandela,
muchos personajes bíblicos… Tenemos innumerables ejemplos de
personajes históricos, mitológicos o de cuentos que han dado
ejemplo de resiliencia, que han superado dificultades o sucesos
traumáticos.
La
resiliencia depende de la autoconfianza y también del amor y del
apoyo incondicional de las personas del entorno familiar y social. La
resiliencia de los niños es cosa de las familias y escuelas. El niño
modela lo que ve y lo que recibe.
Por
otra parte, las personas resilientes suelen ayudar a los demás a
desarrollar la resiliencia. En la resiliencia entran en juego la
empatía, la apertura de mente, el respeto, la capacidad para no
juzgar negativamente y para apreciar siempre lo positivo, tanto en
uno mismo como en los demás. Veo la resiliencia como un término que
resume la grandeza del ser humano.
La
Neuro-Semántica nos dice, igual que la Logoterapia de Viktor Frankl
o la Terapia Racional-Emotiva de Albert Ellis, entre otras
disciplinas, que ante una situación problemática, o incluso
traumática, la persona debe dar un nuevo significado a su situación,
buscar un nuevo sentido, buscar lo positivo en esa nueva situación,
como si se tratara de una puerta hacia la superación. Esto es lo que
ayuda a levantarse de nuevo.
Por
el contrario, si nuestras palabras y las palabras de nuestro entorno
insisten en lo negativo, en lo traumático, la persona se quedará
hundida. Expresiones
como “tirar
la toalla”,
“ya no sé qué hacer más para salir adelante”, “no puedo” o
“soy un fracasado” son expresiones típicas de la falta de
resiliencia. Otra vez el lenguaje, las palabras que nos decimos y que
“in-corporamos” a nuestro cuerpo, es decir, nuestras palabras se
hacen carne.
La
coach Vigela Lloret lo expresa con exactitud con la frase siguiente:
TAL
COMO “NOS PENSAMOS”, ASÍ “NOS SENTIMOS”.1
Recordad
al niño bebé resiliente cuando está aprendiendo a caminar con el
apoyo del amor de sus padres. Algo ha de cambiar en la visión del
mundo de esa pequeñísima parte de adultos que se asustan ante las
imperfecciones del habla infantil temprana, para que también apoyen
con amor al niño que está aprendiendo a hablar.
Este
es un mensaje también para grandes y pequeños, para que apoyen con
cariño al niño, al adolescente y al adulto bloqueado en su querer
hablar y no poder.
1
http://vigelalloret.com/gestion-del-tiempo/
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