Vivimos en unos tiempos muy interesantes, una encrucijada de caminos, en los se habla mucho de la soberanía nacional y la independencia. Precisamente nosotros, inmersos en un mundo donde los poderes fácticos (banco mundial, fmi, otan, unión europea, mercados de esclavos, paraísos fiscales, lobbys, grandes familias ricas, deudas, hipotecas, bancos, policías, ejércitos, neoliberalismo, grandes partidos, etc.) ahogan al mundo, yo me pregunto: ¿y mi soberanía personal? ¿Y mi independencia personal? ¿Yo soy realmente soberano e independiente? Invito a mis lectores a hacerse esa pregunta.
Si
algún día llega la independencia política, ¿cambiará algo de
verdad o seguiremos con más de lo mismo? ¿Seremos realmente
independientes o seguiremos siendo esclavos de nuestros “amos”?
Nuestros “amos” no son solamente los poderes fácticos, incluso
diría que los poderes fácticos son solamente nuestros “amos” de
segunda línea. Realmente nuestros “amos” de primera línea son
nuestras creencias limitantes y nuestras emociones exageradas, las
que nos limitan y nos hacen sufrir innecesariamente. Nuestros “amos”
de primera línea son nuestras propias jaulas, las que hemos
construido nosotros mismos:
- No soy lo suficientemente bueno.
- No puedo.
- No valgo.
- Soy tonto.
- Soy inútil.
- No valgo para los idiomas.
- No soy un buen padre o una buena madre.
- Tengo miedo.
- No quiero bloquearme.
- Mejor morirme que seguir así, etc.
Tenemos
un conocimiento de miles de años que no hacemos servir, que tenemos
ahí escondido, ignorado o hasta despreciado, que nos iría muy bien
para disolver tanta creencia limitante y tanta emoción exagerada,
con la vista puesta en nuestra soberanía y en nuestra independencia,
la nuestra, la personal. Una vez soberanos e independientes, el poder
de los poderes fácticos caería por su propio peso, ¿o no?
En
resumen, si lo que queremos es el cambio político, ¿no tendríamos
primero que hacer el cambio personal? ¿Para qué nos servirá la
independencia política si seguimos como hasta ahora, como uno de los
países que consumen más ansiolíticos y antidepresivos?
¿Dónde
está nuestro tesoro, ese que tendríamos que buscar con ahínco? Ese
tesoro nuestro, que está ahí, dentro…
Recalco esto para quien no se acuerde.
Yo
me alegro mucho de ser coach, creo firmemente en el coaching como
herramienta social para ayudar a las personas a dar ese cambio, el
cambio que tanto hace falta para recuperar nuestra propia soberanía
e independencia.
Me
suena bien “coaching para la soberanía personal” o “coaching
para la independencia personal”. ¿Y a vosotros y vosotras?
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